Como siempre, estas entradas «sorpresa» suelen venir de la mano de una conversación,una idea, una palabra o frase dicha en un momento dado sin pensar o de una persona.
Hoy, para variar, mi querida @Susitravel ha dicho esa frase mágica que ha obligado a mi cerebro a reevaluarse, y a plantearse momentos filosóficos que luego salen por aquí.
Culpas a ella, se diría.. pero no! La responsabilidad y la decisión de escribir este post es únicamente mía.
Y es que tanto en la vida, como en el trabajo hay un punto, un momento crucial que no se valora o cuya valoración suele ser baja pero que enfrenta cualquier movimiento que se realiza por el ser humano porque como por desgracia muchas cosas, se da por hecho que se hace, se hace bien y que es algo que se realiza todos los días.
El tomar una decisión.
Y muy importa, el saber, conocer y valorar quien la toma. En la farmacia, como pyme o empresa pequeña el flujo de responsabilidades no es solo bastante importante, sino en algunos momentos crucial. Al fin y al cabo es un negocio sanitario privado que da servicios públicos (viva la discrepancia) ¿Y si en un momento dado dudas y no sabes si dispersar A ó E?¿O si has de elegir un método de acción que puede influir en que un hipertenso puede hacer seguimiento o no de su tensión o salud?¿O si los compañeros, o subordinados o empleados están tomando aptitudes que no se ajustan a tu manera de hacer, de trabajar o pensar?
Al final, tomar o no la decisión de una acción es aceptar la responsabilidad tanto del resultado, como de la ejecución de la acción de su origen y de su final.
La decisión es responsabilidad y para asumir y estar bien con cada acción y decisión que se toma se debe poseer o entrenar la aptitud y actitud.
La palabra de moda de estos años ha sido “Proactividad”. ¿Cuántos currículos no han llegado con esa palabra enmarcada en negrita? ¿Cuántas veces es real en las acciones dicha cualidad? Y cuando tenemos personas, o trabajadores que integran este adjetivo, ¿Cuántas veces se les valora dejándoles hacer, o confiando en ellos?
La proactividad muchas veces se ve coartada por el miedo, o la indecisión o incluso la mala comunicación de los responsables jerárquicos y en muchos casos llegamos a situaciones de frustración o “pasotismo”.
Y es que hay una realidad, las excusas existen, y a veces pueden ser válidad, aunque nunca son profesionales.
La toma de decisiones, por tanto, ha de estar bien estructurada, tanto conceptualmente como prácticamente, e incluso en un Organigrama que facilite la comunicación y el entendimiento así como la responsabilidad de las distintas funciones, acciones y misiones premiendo y valorando a quien tenga esa Aptitud o capacidad de responsabilizarse de su trabajo, formando al equipo para que adquieran esa capacidad y a su vez dándole las herramientas y el conocimiento para que puedan solventar una acción y tomen la decisión sin miedo.
Han de sentirse parte de un flujo y una organización de comunicación y de intercambio de información veraz y lógica donde entiendan la importancia de lo que hacen, de cómo lo hacen y por qué lo hacen y que permita que cualquier decisión quede registrada, tratada, compartida y asumida por el individuo y el equipo.
Y es que el equipo cuando tenga que decidir, que solucionar, que evaluar tiene que saber cómo hacerlo y sobretodo por qué hacerlo. Que sienta el respaldo y que en caso de incertidumbre pueda preguntar y a la vez tener la humildad para dejarse aconsejar.
Porque errar es de humanos y nadie es infalible ni perfecto… pero todos podemos mejorar siendo tremendamente buenos y eficaces de per se.
Culpabilizar es fácil, al fin y al cabo es un mecanismo primario instintivo de defensa y supervivencia que todos llevamos integrado, pero tras la culpa siempre hay una responsabilidad, un hecho ejecutado o una decisión tomada que ha de poder evaluarse y felicitarse o solucionarse de una manera u otra.
Este flujod e decisiones e información bien ejecutado, con lógica y con solidaridad nos llevara a un 95% de casos de éxito y lo más importante, un bien que a veces también se desvalora y que posiblemente en nuestro oficio tanto con los compañeros, trabajadores o superiores así como los pacientes y clientes es sumamente importante.
Confianza.
Por tanto, cuando deleguemos, cuando preguntemos, cuando evaluemos y formemos hay que generar confianza, poner en marcha procesos que permitan tomar decisiones y compartir las mismas con las personas que hacen el día a día en la farmacia con la seguridad que todo es para un fin de mejora.
Y solucionar, resolver y ayudar son tres verbos que posiblemente debamos empezar a incorporar diariamente a nuestro diccionario sustituyendo los “No sé, no estaba yo en ese momento”, “No entiendo nada”, “Eso no lo he hecho yo” o el clásico “Venga usted mañana que esta mi compañero/jefe/el conejito de Duracell”.
Tenemos que empezar a deshacer las expresiones que generan desconfianza en las personas que atendemos y generar acciones que contribuyan a que la persona a la que relatan un problema sea capaz de tomar decisiones, o buscar soluciones evitando la falta de implicación en dichos hechos.
Así que resumiendo, si conocéis a alguien en vuestro equipo que sea responsable, que solucione y que resuelva… Valoradlo. Y si vosotros mismos entendéis la importancia de tomar decisiones y sois de los que vivís dando soluciones.. Enseñadlo. Compartidlo. Mimetizarlos.
Al final, tres mentes piensan mejor que una, y seis manos trabajan más rápido y mejor coordinadas que dos.
Todo termina en cómo gestiones a tu gente.